Ruth Bader Ginsburg, una luchadora emblemática
Por Alejandro Carrió (*)
Con el reciente fallecimiento de Ruth Bader Ginsburg la Corte Suprema de los Estados Unidos, y la comunidad jurídica en general, pierde a una de sus voces más representativas y lúcidas.
Una verdadera campeona en la lucha por obtener el pleno reconocimiento de la igualdad de género, Bader Guinsburg utilizó el método de seleccionar con paciencia, y de a uno en vez, los casos que llevaría a la Corte Suprema en pos de un objetivo noble y finalmente logrado: que la Corte de ese país le adjudicara a los casos de disparidad de trato en razón del género el mismo status de “categoría sospechosa” que se abrió paso en las décadas de los cincuenta y de los sesenta respecto de la discriminación racial.
Su lucha en esa dirección fue gradual, pero inflexible. Luego de obtener resonantes victorias en este reconocimiento por la Corte del derecho de las mujeres a una igualdad de trato, el presidente Bill Clinton la propuso para ocupar un sitial en el mismo Tribunal donde había litigado con tanto profesionalismo y éxito. Su nominación fue aceptada por una mayoría abrumadora de senadores. Sin importancia de banderías políticas, todos reconocieron estar ante una jurista de excelencia.
En momentos donde, en nuestro país, las calidades y méritos profesionales de los individuos parecen no ser un elemento de especial valía, el reconocimiento a la excelencia de personas de la talla de Ruth Bader Ginsburg se vuelve especialmente importante.
(*) Vicepresidente de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC)