Fuentes digitales y el desafío de comunicar entre la desinformación y la desconfianza
En las últimas dos décadas, el trabajo de los y las periodistas ha cambiado de forma notoria. La expansión de las tecnologías de la información y la comunicación tuvo su inmediato impacto en la industria cultural y más precisamente en el periodismo, cambiando la manera en que se producen y se consumen las noticias.
Asistimos a una conexión global en tiempo real sin precedentes: primero de la mano de la World Wide Web y luego con la aparición de las plataformas de conectividad, que se montaron sobre esa capa para crear sus propios jardines privados.
El objetivo de este documento es ofrecer a los y las periodistas una herramienta de utilidad para la labor diaria que desempeñan en sus redacciones, en un contexto en donde prima la lógica de la urgencia y la inmediatez por sobre la contrastación de fuentes de información. Porque más allá de los cambios tecnológicos, de la manera en que se producen y se consumen noticias, la tarea del periodismo fue, es y seguirá siendo consultar fuentes fidedignas para chequear datos.
La redacción de este material ocurre ante el apremiante contexto por el que atraviesa el oficio, donde la precarización y la inestabilidad laboral son moneda corriente en el periodismo profesional. De acuerdo con una encuesta realizada por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), el 47% de los trabajadores de prensa cobra salarios por debajo de la canasta básica, al tiempo que la mitad tiene más de un trabajo remunerado para sobrevivir.
Los y las periodistas también perciben un clima de hostilidad respecto a su oficio. El 14% de las personas encuestadas indicó que recibió agresiones o amenazas por su condición de periodista, siendo la violencia en entornos digitales una problemática creciente donde identifican a trolls, funcionarios y funcionarias, y figuras políticas como principales agresores y agresoras.
Resulta imposible analizar el proceso de producción y consumo de las noticias de actualidad sin pensar en el difícil contexto laboral en el que se ejerce el oficio en la Argentina. Un periodismo mal pago, dominado por el pluriempleo y bajo amenaza erosiona la calidad de la profesión, que se pretende como una labor central en el debate plural, diverso y democrático.
En el primer apartado de esta guía se profundizará en las problemáticas a las que se enfrenta el periodismo que van desde el consumo de la actualidad política a través de las redes sociales, la falta de credibilidad del público en los medios, pasando por la cada vez más evidente plataformización de la información.
En el segundo capítulo se mencionarán algunos casos resonantes a nivel internacional donde actores políticos se convirtieron en eslabones de cadenas de desinformación. Más allá de que aún no hay consenso acerca de los efectos de las campañas de desinformación en el comportamiento de las personas, se trata de ejemplos que sirven para contextualizar cómo esas prácticas, alejadas del debate democrático, erosionan la credibilidad de los procesos electorales y afectan el trabajo de los y las periodistas.
Luego, se analizarán los tipos de desinformaciones que existen y se les pondrá nombre a los engranajes que motorizan las campañas de desinformación en redes sociales: bots, trolls y deepfakes, videos falsos creados con inteligencia artificial. También se ofrecerán consejos prácticos para corroborar la veracidad de una foto o un video, al tiempo que se examinarán recomendaciones sobre el chequeo de información surgida en redes sociales.
Por último, se plantearán los desafíos de la práctica periodística de cara a 2023. Será un nuevo año electoral en la Argentina, donde la agenda periodística estará marcada por los comicios presidenciales.
Atravesamos tiempos donde se necesita con cada vez más urgencia un periodismo de calidad que promueva una mirada crítica sobre la realidad política. En tal sentido, las buenas prácticas periodísticas son el camino para promover un debate informado de cara a la ciudadanía.